L. Ballester Beneyto, Valencia
Los vecinos de Sant Marcel·lí y de Sant Vicent-Camí Reial prolongaron ayer las fiestas pascueras. Tenían motivos. Después de 40 años según recuerdan los más veteranos, la muralla que ha dividido en dos sus barrios desaparecerá. Las obras del AVE, que comenzarán en breve, soterrarán la vía del tren que da servicio a Requena-Utiel y l'Horta pero que para ellos ha sido una barrera. Por eso ayer organizaron un viaje que bautizaron como "el último tren de terraplén" al que acudieron unas 150 personas. Para la ocasión cantaban el "Reagge del barri" con letra de J. F. Blai Duart. "Este tren on anem ara ja no tornarà a passar. Ja que, perquè passe l'AVE, les vies soterraran", cantaban en el viaje. "El AVE mejorará el barrio porque, ahora, es un estercolero y una cloaca de basura", aseguraban ayer Pepa, Ana, Maruja y Arcángel que recordaban los años en los que "no había alcantarillado. El barrio se inundaba y nos quedábamos aislados". La accesibilidad la han ganado a base de movilización que les han costado sangre, sudor y lágrimas. En el camino han quedado algunos. "El tren atropelló a dos niños hace años porque atravesaban las vías del tren cuando volvían del colegio", contaba una de estas vecinas de Sant Vicent. "Y Carmen Gracia, que fue una de las que empezó en Parque Central-Amparo Iturbi la lucha con nosotros ya no podrá ver las obras porque falleció hace años. Hoy me gustaría que se la recordara", aseguraba otra de las vecinas. Mientras, Vicent Soler, portavoz de la Associació de Veïnes y Veïnes de Sant Marcel·lí grababa a sus vecinos. Piensa hacer un montaje para recordar su batalla de años. "Esto es el principio del fin. Un trabajo que empieza a dar frutos", asegura satisfecho por los apoyos de políticos (del PP y el PSPV) y representantes vecinales que ayer recibieron. Al llegar a Aldaia la presidenta vecinal de Sant Marcel·lí, Carmina Castelló, dirigió a todos unas palabras. "Hacemos una fiesta, como una merienda de Pascua, porque este día es el comienzo de un Sant Marcel·lí más nuestro, más digno y habitable", aseguró con un megáfono portátil arrastrado desde el barrio con un carro de la compra. En unos años, Sant Marce·lí recuperará la esencia de aquella imagen que Carmina guarda en su memoria, "cuando mi padre me llevaba a la barraca donde todos los jóvenes del barrio celebraban la comunión", y el barrio podía cruzarse de parte a parte sin atravesar terraplenes.
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